Breves Antecedentes Históricos
El
catastro de Ensenada es la denominación que se da a la investigación llevada a
cabo en los territorios de la Corona de Castilla, para conocer, evaluar y
registrar los bienes, rentas y cargas de los que fuesen titulares sus
moradores, debiendo quedar estos también formalmente registrados, así como sus
familias, criados y dependientes. Dicha búsqueda se realizó entre abril de 1750
y el mismo mes de 1756, salvo la Villa y Corte, que se termina en la primavera
1757.
Su finalidad expresa consistía en
obtener información para sobre ella modificar el sistema impositivo vigente.
DATOS HISTÓRICOS
El examen
del Catastro de Ensenada cita nueve molinos harineros en Adamuz, entre ellos
dos ubicados en el Arroyo Matapuercas, que describen: “Otro situado en el
arroyo que llaman de Matapuercas que muele con dos piedras y es propio de María
Sánchez, vecina de la villa de Villanueva de Córdoba, el que le da de utilidad
en cada un año con la misma regulación de 400 reales. Otro situado en el mismo
arroyo de Matapuercas, con dos piedras, pertenecientes tres cuartas partes a
Bartolomé Martínez y la otra cuarta parte a Pedro Gómez Torralbo, seglares y
vecinos de esta villa de Villanueva, que le produce de utilidad con la propia regulación
de los precedentes 400 reales de vellón”.
UBICACIÓN
MOLINO 1º RÍO MATAPUERCAS
El molino se
encuentra en la margen septentrional (izquierda) del río Matapuercas, en el
extremo norte del término de Adamuz, a 15 km. de Villanueva de Córdoba.
Situado en un entorno
de gran valor paisajístico y medioambiental, formado por grandes dehesas de
encinares utilizadas para la cría del ganado vacuno y porcino, y conservando
las márgenes del río su vegetación natural.
Azuda |
Azuda |
A
unos 530 m. al noroeste, aguas arriba de la localización del molino, se
encuentra situada la presa de deriva que encauza el agua hacia el caz o canal.
La azuda o presa de este molino se halla muy bien conservada, en especial en el
tramo situado en la margen derecha del río (Oeste), porque éste ha roto por la
zona oriental.
La azuda
consiste en una base de gruesos sillares sobre el que se coloca una capa de piedras
de menor tamaño; ofrece a contracorriente un perfil recto, de más de 1 m. de
altura, y aguas abajo una suave pendiente para permitir el paso del agua por su
parte superior. Su superficie aparece a simple vista como una especie de
empedrado de losas irregulares, de mayor tamaño en la margen derecha y menores
en la izquierda, y su longitud es de 30 m.
Unos 30 m. antes de
llegar al inmueble, donde el caz accede por la fachada norte, el canal se abre
de forma que encontramos un partidor que dosifica el agua hacia las dos rampas
con que el mismo constaba. En la actualidad, ambas han desaparecido salvo su trazado
inicial, es decir el arranque de la rampa (todavía horizontal) situado entre el
partidor y el inicio de la pendiente, que aparece delimitada por sillares
rectangulares de piedra hoy muy cubiertos por la vegetación. Esta entrada de
las rampas se sitúa en torno a los 2 m. por encima del nivel del suelo de la
sala de molienda y está sustentada sobre un terreno elevado delimitado por
muros de sujeción del terreno, que
conservan una altura superior al metro.
DESCRIPCIÓN Y ESTADO DE
CONSERVACIÓN
Piedra de Moler |
Inmueble
de planta rectangular de 10 x 4,2 m. de longitud, dotado de dos piedras de
moler movidas mediante el sistema de rampa. El agua llega al molino por su
fachada norte, a través de dos caces o canales, pero han desaparecido las rampas y no
se observa la entrada de agua por la fachada del molino, seguramente por
hallarse cubierta por el terreno y la vegetación, los muros perimetrales del
edificio se conservan hasta una escasa altura. Los cárcavos o hueco donde gira
el rodezno del molino tampoco se ven, ni en el interior de la sala de moler, ni
por la parte de su salida hacia el socaz (fachada sur), aunque en dicha fachada
sur se observa la parte superior de uno de ellos (arco de cubierta).
Debido al
estado de deterioro de los muros y a la abundancia de vegetación, resulta
difícil observar el interior de la sala de moler. Se trata del habitual espacio
de planta rectangular, con entrada del agua por la fachada norte y salida por
la sur, donde las piedras debían estar situadas en la parte central de su mitad
Oeste según el emplazamiento de las rampas y del único cárcavo visible. Se
conserva algún muro de compartimentación interior y una de las piedras de
moler, partida y caída sobre el terreno.
DAMUS.
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