viernes, 25 de septiembre de 2015

Oficios tradicionales: la costura



Nos gustaría empezar este artículo con la siguiente imagen, por aquello que dicen que una foto vale más que mil palabras



Lo primero que sentimos al observar ésta fotografía, es que nos transporta a una época muy lejana para unos y algo más reciente para otros. En apenas unas generaciones, una costumbre tan tradicional como la costura ha quedado relegada a pequeños comercios de  mercerías, y completamente absorbida por las grandes industrias.

Analizando la fotografía observamos a un grupo de mujeres de diferentes edades realizando labores de costura. Eran frecuentes las reuniones de madres, hijas, hermanas y amigas, en las casas para ponerse a bordar y a coser las ropas de faena, los trajes de domingo e incluso los ajuares de las más jóvenes.
Entre ellas se creaba un ambiente de familiaridad que se propiciaba  que se cantaran coplillas, se contaran chascarrillos y también estamos seguros de que se ponían al día de “cotilleos” del pueblo. Eran tiempos donde no habían tantas tecnologías, tan solo existía la radio, y no en todas las familias, todo ello daba pie a una comunicación y relaciones personales, que ahora desgraciadamente se está perdiendo.

La costura supuso para muchas mujeres una primer toma de contacto con el mundo laboral, si es que puede llamarse así, ya que en aquella época no disponían de su propia libertad y estaban supeditadas a la figura del hombre para hacer prácticamente cualquier cosa. De ésta manera, las labores de costura fueron un respiro para muchas mujeres que vieron en ésta modesta tradición la manera de aportar dinero a sus hogares sin salir de casa.

Elementos básicos de la labor de costura: 

La primera fábrica de máquinas de coser en España fue Alfa, creada en 1925 en Eibar. La mayoría de las mujeres hicieron un gran esfuerzo económico en aquellos años para poder adquirir un ejemplar de ésta máquina, de echo aun me recuerda mi abuela "niño estuve dos años y medio trabajando para poder pagar las 4.000 pesetas que me costó la máquina". y añadió: "cada mes pagaba 134 pesetas y tu abuelo ganaba 15 duros", estamos hablando del año 1962, Mientras le hacía la foto a su máquina de coser, ella se me acercó con una pequeña lata de hojalata con dibujos desgastados por el paso del tiempo en el que aún tenía guardados con mucho cariño y anhelo, como el que guarda un tesoro, todas y cada una de las letras de esa máquina"








recibo del pago de la máquina de coser


Para la costura se usaba una silla baja de madera y una almohada especial, puesta sobre las piernas para elevar y apoyar la pieza que se estaba cosiendo, con bolsillos para guardar agujas, dedal, hilos, tijeras…


También se disponía de un costurero, que generalmente eran cajas, a veces con patas, en madera o mimbre, con diferentes bolsillos para tener ordenado todo lo necesario para coser: acerico con alfileres, imperdibles, dedales, botones, agujas de distintos tamaños, huevo para zurcir, hilos para hilvanar, etc
bastidor







Una labor especial de costura eran los bordados, labores que requerían mayor esmero y delicadeza. Se realizaban todo tipo de bordados con motivos geométricos y florales que acompañaban a las iniciales de los jóvenes casaderos  y que embellecían los ajuares .
En aquella época era impensable que una novia no preparara para el día de su boda su ajuar con sus mantelerías, sus toallas y sus sábanas con bordados. Incluso los novios aportaban pañuelos de bolsillo con las iniciales de su nombre, e incluso en las camisas y ropa interior, que habían bordado sus hermanas o madres para ellos.



Labores de bordado: mantelería, sabanas, toalla y pañuelo


Mantelería



Sábanas


Toallas


Pañuelo


Como objeto curioso dentro de este mundo de hilos y alfileres, me gustaría destacar el huevo de zurcir, que yo en su día confundí con un simple adorno de la casa.
Es un utensilio ideado para proporcionar una base dura y estable dentro de una media o calcetín para poderlo coser o zurcir
a continuación podéis ver un huevo de alabastro, aunque también se utilizaron de marfil, ébano e incluso unas conchas de caracoles marinos.


                                                 


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