Querid@s lectores, aquí tenéis una recopilación de la historia de algunas de las calles de Adamuz para que la disfrutéis.
- Calle Mesones
- Calleja Chinchilla
- Calle del Mesón del Obispo
- Calle de la Fuente
- Calle Almona
- Calle de la Libertad
- Calle de la Soledad
- Calle Pedroche
- Calle de la Iglesia
- Calle de la Venta del Mercader y de la Venta del Aguadul
- Calle del Calvario
- Calle Córdoba
- Calle niño del Museo
- Calle del Concejo
- Avenida de la Puerta de la Villa
- Calle San Andrés
- Calle Luís Vélez de Guevara
- Calle Fuente Cabrera
- Plazuela del Carmen
- Calle Maimónides
- Calle Averroes
- Calle Séneca
- Paseo Antonio Gala
- Calle Federico García Lorca
- Calle Rafael Alberti
- Calle Pósito
- Calle Alhóndiga
- Calle del Horno
- Calle de las Dueñas
CALLE MESONES
Calle Mesones es una de las calles más antiguas de Adamuz y
la calle principal del pueblo, puesto que se encuentra en pleno Camino Real de
la Plata.
Dado al auge del Camino Real de la Plata, en el S.XVII,
muchos de los nobles cordobeses decidieron fijar su residencia en Adamuz, por
eso en esta calle proliferan las casas
señoriales, grandes casas que poseían, la mayoría, un patio con un pozo,
grandes bodegas y cuadras y aposentos para los señores. Hoy en día estas casas
son fácilmente reconocibles por sus fachadas, ya que los nobles exteriorizaban
su poder decorando la fachada de sus
casas, utilizando la piedra de molinaza, ejemplo de estas casas son la Casa de
Los Lara Ayllón, Casa de los Riveras….
Al principio calle Mesones recibía el nombre de calle Real por ser, como
hemos dicho al principio, la calle principal de la Villa de Adamuz; más tarde acuñó el nombre que tiene en la
actualidad porque en esta calle eran donde se encontraban los mesones y posadas
de Adamuz.
Hemos
encontrado un documento donde aparece el nombre de esta calle como Calle
Anchilla (Escudos de Córdoba y provincia. Mª Ángeles Jordano Barbudo 2012 p.
418), tal vez el origen de esta calle estuviese en ese nombre (suponemos que por forma irónica debido a lo
estrecha que es la calle) y que con el devenir de los años y la forma de
pronunciar (rápido y seguido) derivó en
Calle Chinchilla.
CALLE DEL MESÓN DEL OBISPO
Esta
calle recibe este nombre porque es aquí mismo donde se encontraba el antiguo
Mesón del Obispo, antigua posada que dio cobijo al caminante, siendo una de las
más lujosas de la villa. En este mesón
se hospedaban los caminantes que viajaban a lo largo del Camino Real de la
Plata, si se dirigían hacia Córdoba este era el lugar de descanso antes de
emprender la jornada que los llevara a las posadas de la Plaza del Potro en
Córdoba. Cuenta la leyenda que la Reina Isabel La Católica estuvo alojada aquí.
Ente
los dueños más destacados del Mesón del Obispo cabe destacar al Marqués del
Carpio, antepasado de la Duquesa de Alba, así como Juan José Torralba y Ortega,
caballero de la Orden de Santiago y gran terrateniente adamuceño del S.XVIII, siendo dueño de una de
las casas solariegas más importante del pueblo, la que se conoce hoy en día
como Casa de los Riveras.
Con el paso de los siglos y ya en
el S.XX, los restos del Mesón del Obispo fueron utilizados para la remonta, más
tarde estos restos fueron derribados y dieron lugar a las casas familiares que
hoy en día se ven y al nombre actual nombre de esta calle.
Calle
de la Fuente es un tramo más del Camino Real de la Plata, a través de la villa.
En el S.XVIII, se llamaba calle Cascotes,
aunque era más conocida como de la Fuente, debido a que desembocada en la
Fuente del Pilar y dando lugar al nombre que tiene esta calle en la actualidad.
A lo
largo de esta calle ya se empiezan a observar la importancia que tuvo el Camino
Real de la Plata en Adamuz y el auge que tuvo, ya que a lo largo de la calle se
pueden observar en los dinteles grabados de algunas casas la buena posición
social
Se cree
que esta calle o en las cercanías de esta se encontraba una antigua almona. La
palabra almona tiene tres significados:
1.
Jabonería (en Andalucía).
2.
Pesquería o sitio donde se pescan sábalos (en
Cádiz).
3.
Casa, fábrica o almacén público (acepción en
desuso).
La palabra almona proviene del árabe, como la mayoría de las
palabras que empiezan por al-.
El Diccionario de la RAE vigente decreta que procede del
árabe hispano *máwna y éste, a su vez, del árabe clásico ma'ūnah.
Nosotros
creemos que en Adamuz una almona podrían significar almacén público, puesto que
cerca de esta calle, más concretamente en la calle de la Libertad se encontraba
un silo para almacenar grano y no descartamos que en los alrededores y en el
resto de las calles de la villa existieran este tipo de almacenes, debido
también a que la principal fuente de ingresos desde antaño ha sido la
agricultura.
La
calle de La Libertad anteriormente e incluso hoy en día algunas personas la
siguen llamado Calle de la Cárcel, recibe este nombre porque donde hoy se
encuentra el Museo Municipal fue cárcel durante la guerra civil. De hecho
todavía en el interior se puede observar una antigua ventana con las señales que
hacían los presos en la madera de la misma, así mismo también se puede ver un
antiguo bloque de piedra que servía de cama.
Pero su
origen fue distinto, su construcción se cree que fue en el S.XVI, junto con la
Torre del Reloj. Pero fue en el S.XVIII cuando tuvo su mayor utilidad, fue
pósito municipal, de hecho todavía se conserva en el patio la antigua rampa que
servía a las bestias para cargar y descargar el grano.
En su día este edificio también
albergó Carnicerías, como se ha dicho antes, cárcel durante la guerra civil, y
Ayuntamiento.
Ya época más reciente y
democrática el nombre de la calle pasó de llamarse calle de la Cárcel a calle
de la Libertad como contrapunto a ese pasado oscuro.
La
calle de La Soledad tiene este nombre
debido a la ermita de la Soledad y el pozo de Santiago (siglo XVIII) formaba
parte de este conjunto monumental.
Cuando un comerciante o caminante
iniciaba desde Adamuz su viaje o llegaba a la villa, era parada obligada
visitar la Ermita de la Soledad para pedir fortuna en su aventura y
posteriormente se paraba a refrescarse en el Pozo Santiago.
La plaza también recibe el nombre
de La Soledad por la ermita.
Los últimos datos que tenemos de
la desaparición de la Ermita de la Soledad hacen creer que fue por alguno de
los siguientes motivos:
1. Por
deterioro por la falta de fondos, reflejados en el Catastro de la Ensenada
(encuesta de 40 preguntas, habitantes, propiedades, patrimonio, ganado, etc…)
2. Durante
la guerra civil.
Calle Pedroche era la antigua vía pecuaria o camino de carne
de Adamuz, por esta calle transitaban los ganaderos con reses, rebaños, mulos,
burros...
En la
actualidad todavía se pueden apreciar restos de este camino de carne, como una argolla en el suelo donde se ataban a las bestias.
Calle Pedroche y calle Mesones
eran las dos vías principales de Adamuz y a partir de estas se fueron
originando el resto de calles y el
trazado urbano actual.
Creemos y tiene su lógica pensar
que esta calle recibe este nombre ya que nace desde la Iglesia de San Andrés
Apóstol, la iglesia mayor de Adamuz.
CALLE VENTA DEL
MERCADER Y CALLE VENTA DEL AGUADUL
Estas calles, que son aledañas,
reciben este nombre por el nombre de dos ventas con estos nombres que existían
en los alrededores de la villa.
Estas ventas eran donde los viajeros
descansaban o adquirían provisiones entre pueblo y pueblo.
Si el caminante partía hacia
Castilla, la próxima venta que se encontraba era la Venta del Aguadul o de
Aguadulce, que todavía se conserva en la actualidad.
Existían 11 ventas entre Adamuz y
Conquista.
Calle
del Calvario es una calle de origen medieval, surgió paralela a la calle
Mesones, pero a diferencia de esta, donde se asentaban los nobles cordobeses y
ricos adamuceños, en esta calle residían los jornaleros, los campesinos, los
ganaderos y agricultores de Adamuz.
¿Recibirá
el nombre del Calvario por su empinada cuesta que es un calvario subirla para
quien no este acostumbrado? ¿O será por
qué hace referencia al calvario de
Cristo, ya que va a desembocar a las cercanías de la Iglesia San Andrés?.
Esta
calle pudo ser nombrada con este nombre en honor al nombre de la capital de
provincia o por la provincia en sí. Pero lo más seguro sea que recibe este
nombre porque se une con el antiguo camino que llevaba hasta la capital
cordobesa.
Esta calle es un homenaje a unos
de los cantaores más importantes, afamados y grandes que ha dado Adamuz.
El Niño del Museo fue el nombre
artístico de Francisco Rojas Cortes. Nació el día 25 de junio de 1905 en
Adamuz, su profesión fue arriero, aunque empezó su vida artística en Sevilla,
donde haciendo el servicio militar, fue invitado a cantar en la taberna que se
encontraba junto al museo de Bellas Artes, denominada El museo, junto a Pericón
de Cádiz.
Más tarde consiguió un premio en
Málaga, lo que le valió como un contrato en el café de Chinitas. En 1931,
conoce a la bailaora Gloria Moreno conocida artísticamente como
"Tomasa" con la que contrae matrimonio en la capilla de San Pío V, en
Adamuz.
Hay que destacar su debut en la
copla andaluza y su estancia de un mes y medio en el teatro Pavón de Madrid, en
1932. El año 1933 lo pasa prácticamente en Buenos Aires, aunque los resultados
obtenidos no fueron muy satifactorios, a pesar de lo cual sigue con sucesivos
viajes a América. Después de la guerra civil, en la que permaneció en el bando
republicano, intentó rehacer su carrera artística, pero como no le fueron bien
las cosas, regresó a Adamuz donde ejerció de tabernero. Murió el 25 de junio de
1947, en su Adamuz natal.
Existe un arroyo que transcurre a
las afueras del pueblo que tiene el mismo nombre que esta calle, pero también
es interesante saber que Adamuz perteneció al concejo de Córdoba.
Desde 1260, perteneció Adamuz, a
la jurisdicción de Córdoba, cuyo Consejo nombraba los alcaldes y oficiales.
AVENÍDA DE LA
PUERTA DE LA VILLA
Nombrada así porque es la entrada
al pueblo. Es cierto es que en Adamuz existió un castillo, tal vez una puerta
de este daba acceso a la villa.
Esta calle recibe este nombre por
el patrón del pueblo San Andrés Apóstol
y por su cercanía a la iglesia mayor que recibe el mismo nombre.
CALLE LUIS VÉLEZ
DE GUEVARA
Luis Vélez de Guevara fue un escritor
del Siglo de Oro español, con obras tan reconocidas como El diablo cojuelo. Pero en Adamuz es muy importante porque fue nuestro pueblo el que le inspiró como lugar
de desarrollo de su obra de teatro Luna de la Sierra. Obra que trata
sobre una adamuceña muy bella apodada por ello la luna de la sierra y como la
reina Isabel la Católica a su paso por Adamuz, ya que lo nombró plaza de armas
en la guerra contra el reino Nazarí de Granada; intervino en la historia de
amor de Pascuala, la luna de la Sierra y su enamorado Antón.
Esta calle es nombrada en honor a
este gran autor español.
Esta
calle lleva el nombre de Fuente Cabrera, un lugar donde existe un depósito de
agua donde antiguamente donde se iban a recoger agua y los animales podían
beber. En la actualidad esta fuente todavía existe.
Esta
plazuela tiene este nombre en honor a la Virgen del Carmen, debido a esto los
vecinos pusieron una imagen de la Virgen en una hornacina y se puede apreciar
desde el centro de la plaza.
Como
dato adicional que en Adamuz existen varios lugares dedicados a la Virgen del
Carmen. Uno de ellos es la capilla del cementerio que está dedicada a esta
advocación de la Virgen María y también existe una imagen de esta Virgen en la
Iglesia de San Andrés, más concretamente en una ventanita encima del arco de la
puerta de la Capilla del Bautismo.
Calle
en honor al médico judío cordobés Maimónides.
Maimónides
nació en Córdoba el 30 de marzo de 1135 en pleno Imperio Almorávide. Fue
médico, rabino y teólogo judío de al-Andalus. Tuvo importancia como filósofo en
el pensamiento medieval.
Escribió varias obras y tratados
médicos que se siguen utilizando en la actualidad.
Averroes
(latinización del nombre árabe أبو الوليد محمد بن أحمد بن محمد بن رشد ʾAbū
l-WalīdʾAḥmad ibn Muḥammad ibn Rušd; Córdoba, Al-Ándalus, España, Imperio
almohade, 14 de abril de 1126–Marrakech, Imperio almohade, 17 de diciembre de
1198) fue un filósofo y médico español andalusí de origen bereber, maestro de
filosofía y leyes islámicas, matemáticas, astronomía y medicina.
Nombrada
en honor de Lucio Anneo Séneca (en latín, Lucius Annaeus Seneca; Corduba, 4 a.
C.-Roma, 65 d. C.), llamado Séneca el Joven para distinguirlo de su padre, fue
un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de
carácter moralista. Hijo del orador Marco Anneo Séneca, fue cuestor, pretor y
senador del Imperio romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio
y Nerón, además de ministro, tutor y consejero del emperador Nerón
Calle
dedicada al escritor cordobés Antonio Gala.
El nombre de esta calle proviene
de Claudio Romera Berna.
Claudio Romera fue un jornalero,
miembro de la UGT y afiliado a la AS de Adamuz (Córdoba). Fue alcalde del
ayuntamiento de dicha localidad durante la Segunda República.
El 11 de septiembre de 1949, diez
años después del final de la Guerra Civil, murió en una finca de Adamuz
(Córdoba) Claudio Romera Bernal, considerado como el último maquis de Sierra
Morena. Romera vivió diez años entre Pozoblanco, Villanueva de Córdoba y
Adamuz, al mando del 32ª División de la 3ª Agrupación Guerrillera de Córdoba.
Durante esa década, perdió a casi todos los hombres que dirigía. Finalmente,
también perdió la vida con 41 años. Claudio Romero Bernal murió a manos de la
Guardia Civil en la finca Moradillas del Cuadrado. Su cadáver, que llevaba un
pañuelo rojo en el cuello, fue expuesto durante dos días junto al Ayuntamiento
y la Torre del Reloj, para que la población local supiese qué pasaba con los
guerrilleros que desafiaban al régimen franquista. Después, su cuerpo fue
arrojado a la fosa común del cementerio de Adamuz, junto a los restos de unas
50 personas más, entre guerrilleros, enlaces de los maquis y otras víctimas que
no tenían vinculación con la resistencia.
CALLE FEDERÍCO
GARCÍA LORCA Y CALLE RAFAEL ALBERTI
Calles nombradas en honor y
homenaje a estos dos grandes poetas andaluces de la Generación del 27.
Un
pósito es un depósito de cereal de carácter municipal, cuya función primordial
consistía en realizar préstamos de cereal en condiciones módicas a los vecinos
necesitados.
Una
alhóndiga (del castellano antiguo alfóndiga, a su vez del árabe al-fondaq, este
a su vez del griego "pandocheion", lit.: 'bienvenidos todos') o
almudí, almudín, alholí o casa pública o mercado de los vecinos era,
antiguamente, un establecimiento en donde se vendía, compraba e incluso se
almacenaba grano, cuyo fin era socorrer a los vecinos y principalmente a los
labradores en épocas de escasez.
Los almudíes públicos eran
establecimientos gestionados por los ayuntamientos a donde cuantos introducían
cualquier clase de granos para vender se hallaban obligados a llevarlos con
igual objeto. El almudí se componía de grandes y espaciosos almacenes o lonjas
en que se colocaba cómodamente toda clase de grano. Estaba abierto durante el
día y a este depósito acudían a menudo muchos cuerpos y particulares que
deseaban adquirir determinada cantidad de cereales para sus necesidades. Cada
concurrente o tenedor de granos satisfacía por derechos un precio por cada
cantidad de trigo, centeno, mijo, judías, maíz, habas, cebada y avena que
guardaba.
Actualmente empresas y
cooperativas dedicadas al sector agrario usan el término "alhóndiga"
en sus denominaciones sociales, sobre todo las de Andalucía y Murcia.1
La función de dichas alhóndigas,
en Andalucía y Murcia, es unificar la oferta y la demanda de los productos
hortofrutícolas. Donde los agricultores llevan sus productos a la alhóndiga y
esta se encarga de subastarlos mediante una subasta dinámica a la baja a cambio
de una comisión.
Esta
calle tiene este nombre debido a la existencia de un horno.
No sabemos con exactitud si el nombre de esta calle viene dada por
Fray Pedro de Dueñas un monje que estuvo en el Convento de San Francisco del
Monte, pero creemos que es interesante la historia de este beato puesto que estuvo
en territorio de Adamuz. Para conocer la historia de este clérigo debemos
conocer primero la historia de Juan de Cetina.
Nació fray Juan en la villa de
Cetina, cerca de Calatayud, de la actual provincia de Zaragoza, el año 1340. Su
padre se llamaba Juan Lorenzo, nombres que impuso al hijo. Se desconoce el
nombre de la madre. Prendado el señor de Cetina de las dotes naturales del
niño, le ofreció los cuidados y la educación de su palacio. La primera juventud
de Juan de Cetina estuvo envuelta en las vanidades mundanas del palacio de su
señor, hasta que, desengañado, buscó la vida de retiro y austeridad, que
encontró en San Ginés, cerca de la ciudad de Cartagena. Allí, en una pequeña
ermita, llevó vida de anacoreta, dedicado a la oración, al ayuno y a la
penitencia.
Un buen día, de no sabemos qué
año, Juan Lorenzo sintió deseos de consagrarse a Dios en la vida de comunidad y
obediencia religiosa. La Providencia lo encaminó al convento de San Francisco
de la villa de Monzón, que era casa de noviciado de la Provincia franciscana de
Aragón. Allí cambió su hábito de ermitaño penitente por el de hermano
franciscano, e hizo el noviciado. Hecha la profesión, cursó en el mismo los
estudios de las Sagradas Escrituras y de los Santos Padres, hasta su ordenación
sacerdotal. Conociendo los superiores su aplicación y aprovechamiento en los
estudios, lo mandaron a Barcelona para que estudiara las Artes y la Sagrada
Teología. Terminados los estudios con notable aprovechamiento y conociendo el
ambiente religioso de aquella Barcelona donde convivían cristianos, judíos y
musulmanes, se dedicó a las tareas apostólicas del púlpito y consiguió
conversiones admirables, que le hicieron amado, venerado y temido, tanto de los
fieles como de los infieles, quienes le tomaron por enemigo y maquinaron su
persecución.
De natural dado al retiro y a la
soledad, fray Juan debió de sentirse abrumado por las multitudes y por el
ajetreo de la predicación, y también cansado por la hostilidad y persecución de
sus enemigos. Pensó entonces sosegarse y prepararse mejor en una vida de
oración y penitencia, y obtuvo el permiso para retirarse a un convento
solitario y penitente. El año 1388 se había fundado en Chelva, del reino de
Valencia, un convento de suma austeridad y gran recogimiento, en un paraje
solitario pero encantador, alejado de la población. El convento pertenecía a la
Provincia franciscana de Aragón. Cuando llegó fray Juan al convento de Nuestra
Señora de los Angeles de Chelva, como así se llamaba entonces, quedó admirado
de la soledad del paraje, de lo angosto de las celdas y de la pobreza en que
vivían sus moradores. Escogió para vivir una de las cuevas que hay en lo más
alto de la huerta, y allí se entregó a la penitencia y a la contemplación, al
estilo de lo que había vivido en San Ginés de Cartagena, pero participando en
los actos de la comunidad.
En noviembre de 1391 fueron
martirizados en Jerusalén san Nicolás Tavelic y tres compañeros suyos, cuya
fiesta se celebra el 14 de noviembre. No tardó en llegar la noticia de ese
martirio a fray Juan, quien, movido por su deseo de dar la vida por Cristo,
viajó a Roma con el fin de pedir al papa Bonifacio IX permiso para ir a
Jerusalén a predicar el evangelio a los musulmanes. El Pontífice le dio permiso
escrito para predicar a los infieles de cualquier lugar, menos a los de
Jerusalén, por la situación crítica que se había creado allí en 1391. Viendo
fray Juan cerrado el camino de Tierra Santa, dirigió sus pasos a Andalucía, en
busca del ministro Provincial, para presentarle las letras credenciales del
Papa y obtener su autorización para ir a predicar a los musulmanes de Granada.
El Provincial le hizo reparar en las dificultades de la empresa, y resolvió
enviarlo al convento de San Francisco del Monte, cerca de Córdoba, en lo más
áspero de Sierra Morena, obediencia que Fray Juan aceptó generosamente. Este
era un convento de gran soledad, pobreza y silencio, muy apto para la oración y
contemplación. Allí vivió fray Juan de modo semejante a como lo había hecho
antes en los retiros de San Ginés y de Chelva. Colaboró en las obras de
ampliación del convento y se cuentan de él varios hechos milagrosos que
hicieron correr su fama de santidad por toda España. A él, en cambio, no le
preocupaba sino el obtener autorización para ir a predicar a los musulmanes de
Granada. A tal fin escribió al Ministro de la Provincia de Castilla, a la que
pertenecían los conventos de la Custodia de Andalucía. En el Capítulo
provincial celebrado en Burgos el año 1396, el Custodio de Andalucía presentó
un informe del convento de San Francisco del Monte y de las virtudes,
penitencias y altísima contemplación de fray Juan de Cetina, así como de los
hechos maravillosos ocurridos por su mediación. El Capítulo resolvió que se le
diese la licencia que pedía, y así el Provincial se la remitió por escrito.
Fray Juan recibió con inmensa alegría esta noticia, tanto tiempo esperada.
Tenía entonces 56 años de edad. Para viajar a Granada fray Juan, según la
costumbre de entonces, tenía que escoger como compañero de viaje a un hermano,
que tenía que ser aprobado por los religiosos de la comunidad de San Francisco
del Monte. Y ése fue fray Pedro de Dueñas.
Según la opinión de E. Caro y del
P. Darío Cabanelas, que nos parece la más probable, fray Pedro era natural de
Bujalance, provincia de Córdoba; sus padres eran Alonso de Dueñas e Isabel
Sebastián; el padre, a su vez, era natural de Dueñas, en el obispado de
Palencia, de donde tomó el apellido que luego pasó a su hijo fray Pedro. Este
se dedicaba a la labor del campo cuando sintió deseos de entrar en la orden
franciscana, y, con la aquiescencia de su padre, se dirigió al convento de San
Francisco del Monte.
Allí vistió el hábito
franciscano, en el estado de hermano no clérigo, y se distinguió por su humildad
y sencillez; tendría unos dieciocho años. Cuando fray Pedro terminó el
noviciado e hizo la profesión, fray Juan le comunicó su deseo de que le
acompañara a predicar a los musulmanes de Granada. Aunque la comunidad de San
Francisco del Monte puso reparos a los deseos de fray Juan, por la juventud de
fray Pedro y su corta experiencia en la vida religiosa, acabó otorgando su
licencia, y, desde ese momento, las vidas y martirio de estos varones de Dios
discurrirán juntas.
Misión y martirio de los
beatos
El 28 de enero de 1397 llegaron
los santos misioneros a la ciudad de Granada. De inmediato hicieron público el
motivo de su misión: anunciar a Jesucristo, verdadero Dios y único Salvador.
Llegó la noticia de su presencia y predicación al Cadí, Justicia mayor de la
ciudad, quien mandó prenderles y traerlos a su presencia. Al preguntarles
quiénes eran y a qué venían, fray Juan expuso al Cadí el objeto de su viaje.
Enfurecido el Cadí, los trató de atrevidos y locos, y mandó que los llevasen a
la posada de los Mercaderes catalanes, donde había ya otros religiosos, quienes
trataron de disuadirles de su empeño. Los Siervos de Dios continuaron
predicando, y entonces el Cadí ordenó que los encerraran en el Corral de los
Cautivos. Durante su cautiverio los Siervos de Dios fueron obligados a trabajos
forzosos en las viñas de un término llamado Dixan y en la excavación de una
gran cisterna cerca de la Alhambra. Fray Pedro, no obstante su mocedad, cayó
gravemente enfermo. Todavía convaleciente fray Pedro, cayó igualmente enfermo
fray Juan. Mientras que aquél tuvo en las noches el alivio de fray Juan, éste
ni tal favor pudo disfrutar porque, aún débil fray Pedro por la enfermedad y
obligado a trabajar durante el día, era tal la fatiga en la noche, que se le
hacía imposible la vigilia para cuidar a fray Juan. Tres semanas duró la
enfermedad de éste. El Señor escuchó su oración y lo llenó de consuelo
restituyéndole la salud.
El 17 de mayo de 1397 regresó a
Granada el Sultán Mahomed Abenbalba. Los cronistas resumen sus crueldades
diciendo que era un rey malvado. Dos días después mandó al Cadí traer a su
presencia a los dos cautivos franciscanos. Ante las puertas de Palacio le dijo
fray Juan a fray Pedro, con admirable serenidad: "Alégrate, hermano y
compañero mío, que ya Nuestro Señor nos llama y promete dos coronas por la
confesión de la fe, si vencemos los tormentos que nos esperan". El diálogo
que mantuvo fray Juan con el Sultán llenó a éste de indignación, y desahogó su
cólera azotando al fraile hasta no tener más fuerzas. Descarnado su cuerpo
hasta vérsele los huesos, fray Juan exclamó: "Sea mi Señor Jesucristo
bendito y alabado". Mientras tanto, fray Pedro, hincado de rodillas,
rezaba y daba gracias a Dios por la fortaleza que observaba en fray Juan. La
cólera del Sultán se vio atizada por las intrigas de sus vasallos, quienes le
advirtieron del riesgo que corría su fe mahometana si mantenía en vida a estos
frailes, y le persuadieron de que, quitándole la vida a Fr. Juan, quedaría solo
su compañero que, como mozo, sería más fácil de reducir a la Ley del Corán.
Finalmente, encendido en ira el Sultán, arrancó el alfanje que traía ceñido y,
entrando en la prisión donde estaba Fr. Juan, le cortó con sus propias manos la
cabeza. Apenas cometida esta sacrílega acción, el Sultán propuso a fray Pedro
la alternativa de vivir tranquilo en su corte si renunciaba a su fe y abrazaba
la ley de Mahoma, o morir despedazado como su compañero. El valeroso hermano
contestó al Sultán: “Admito por más conveniente a mi alma, padecer la muerte
que tú dices, que aceptar las ofertas que me ofreces”. Intentaron convencer a
fray Pedro para que reconsiderara la oferta del Sultán, sin que lo consiguieran,
por lo que el Sultán, sacando el alfanje, se fue monje, y de un golpe le cortó
la cabeza, como había hecho con su compañero. Los restos mortales de los
mártires fueron arrojados fuera de las murallas, donde los recogieron los
mercaderes catalanes y los cautivos cristianos, que enviaron una parte de los
mismos a Sevilla y Córdoba y otra parte mayor a Vich, junto con un relato de
los hechos que habían presenciado.
El martirio de estos
dos confesores de la fe de Jesucristo tuvo lugar el 19 de mayo del año 1397,
sábado, en la ciudad de Granada, en los patios de la Alhambra. Contaba entonces
fray Juan de Cetina 57 años de edad; no sabemos cuántos de vida religiosa y de
sacerdocio. Fray Pedro de Dueñas tenía unos 20 años de edad y tan sólo uno de
religioso. Su misión apostólica fue muy corta, no llegó a cinco meses, pero
intensa . En 1583 la provincia franciscana de Granada los escogió como sus
patronos. El Papa Clemente XII aprobó su culto el 29 de agosto de 1731.
|
Juan de Cetina y Pedro Dueñas |
Hebrera, Fr. J. A. de, OFM,
Chrónica Seráfica de la Santa Provincia de Aragón de la
regular Observancia de Nuestro Padre San Francisco,
I Parte, Zaragoza, Diego de Larumbe, 1703.
Dos mártires franciscanos en la Granada nazarí: Juan de
Cetina y Pedro de Dueñas,
separata de "Estudios de Historia y Arqueología
Medievales", Vols. V y VI, Universidad de Granada, 1985-86.
El quinto centenario de los mártires de la Alhambra de
Granada.
Laín y Rojas, Salvador, OFM,
Historia de los santos mártires Juan Lorente de Cetina y
Pedro de Dueñas.
Libro Conmemorativo del VI Centenario de San Juan Lorenzo de
Cetina (1397-1997),
Comisión VI Centenario, Cetina 1997.
Escudos_de_cordoba_y_provincia. Mª Ángeles Jordano Barbudo
2012